Empiezo escribiendo este testimonio, rememorando el día que comencé esta increíble y bonita aventura.
El 28 de febrero empezaba uno de los viajes en los que mayor expectativas había puesto. Siempre tengo una gran incertidumbre con lo que pasará o con lo que me depararán esos días y con esta reflexión voy a descubrirlo.
La primera noche de hotel era la que más incertidumbre me causaba ya que apenas nos conocíamos algunos y tenía preocupación por ver si el grupo se uniría o no.
Comenzaron las visitas a Portugal. Todas los lugares que nos aguardaban iban a ser por fin descubiertos por mí. Dedicamos un tiempo para cada visita y en una de estas, veo a lo lejos una inmensa catedral desde el interior de la guagua. Me sorprendían todas las cosas: arquitectura, monumentos, castillos, restos de otras culturas.... que había y que aún se mantenían en pie a día de hoy.
Desde un principio estaba centrado en conocer todos los lugares que visitábamos, pero también me había propuesto algo más a nivel personal: ser capaz de disfrutar el viaje y vivir cada uno de estos días con la mayor intensidad posible.
Todo esto me sirvió para poder disfrutar otra experiencia más que marcaría de nuevo mi camino y mi día a día como rutina. Consideré este viaje como un escape, como una actividad mediante la cual desconectar de todo, encontrarme a mí mismo y abrirme a un nuevo mundo lleno de personas que tenía que conocer.
Lo que más me sorprendió sin duda alguna fue cómo esas personas, de una manera natural, pudieron transmitirme mucho buen rollo y buenos momentos y es que al fin y al cabo un viaje también está para eso.
Con el paso de los días me fascinaba cada vez más el hecho de contemplar nuevas cosas: esculturas y curiosidades que iba comentando el guía por el camino con mucho empeño y que yo iba disfrutando.
Al tercer día me replanteé si realmente valía la pena el viaje, ya que el agotamiento pasaba factura. Ver a mis compañeros tan felices y pasándolo bien hizo que esa idea cambiara y me centrara en ese momento, excursiones, risas, charlas y hasta comidas, porque cada una era única si sabías cómo llevarla y con quién vivirla...
Y con este viaje me doy cuenta una vez más, que debemos tener gratitud en nuestra vida ya que dicha gratitud es la que te da la oportunidad de mejorar como persona gracias a estas experiencias.
Y con este viaje me doy cuenta una vez más, que debemos tener gratitud en nuestra vida ya que dicha gratitud es la que te da la oportunidad de mejorar como persona gracias a estas experiencias.
En conclusión, con todo esto y muchas más cosas que he vivido y recuerdo, quiero manifestar que es un viaje que da mucho de sí y si además sabemos valorar cada momento del mismo, cada día será mejor.
Gabriel P.